¡Todos los políticos en campaña mienten!
Sin distinción de partido, edad, país, cultura… todos los políticos y políticas de todo el mundo vociferan, prometen, sentencian, agreden, algunos proponen… pero sobre todo, mienten.
La campaña del ahora presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica el republicano Donald Trump no es la excepción. El mundo entero se conmocionó con las declaraciones de odio del candidato, por todos lados hubo muestras de afecto y solidaridad con los ofendidos, y también hubo apoyos y aprobación del discurso agresivo y fundamentalista de Trump.
Lo dije en un principio de la campaña y lo reitero ahora, la campaña de Donald Trump fue una campaña de manual perfectamentente instrumentada.
Ni los estrategas, ni los jefes de campaña, ni el propio partido republicano en Estados Unidos inventaron el hilo negro, no hubo innovación, no hubo genialidad, no hubo magia.
Lo que hubo en la campaña fue teoría pura con pragmatismo operacional, así fue, una campaña de polarización, con un discurso de polarización que tenía por objeto (porque así dice la teoría) dividir al electorado, polarizar el espectro electoral, mientras esta campaña tenía lugar y todos nos sorprendíamos con las cada vez más fuertes declaraciones de Donald Trump ellos lograban su cometido; sacudir, llamar la atención, medir los apoyos, hacer visibles los rechazos, proyectar al candidato, insertarlo en medios masivos de comunicación, introducirlo a las conversaciones y charlas cotidianas, y no sólo lo hicieron con su electorado, lo hicieron en todo el mundo. Lo magistral de esa campaña no fue la idea sino la ejecución, el discurso, aunque agresivo fue consistente en todas sus facetas, de hecho, cada vez era más consistente y entre más rechazo obtenía más consistente lo hacían.
No vale mucho escribir ahora la cantidad de ideas xenófobas, misóginas, racistas, etc., que se expusieron en esa campaña, TODOS LO SABEMOS (muestra de la efectividad de la misma), el discurso se movió básicamente en dos emociones; el temor y la ira; el temor de perder más de lo que ese votante tenía perdido y la ira contra los culpables de ello… sin embargo, este artículo no pretende elogiar a Trump ni sus ideas, sino exponer mi hipótesis inicial, todos los políticos en campaña mienten y lo digo esta vez con beneplácito y para no abonar más al terror.
Los políticos jamás cumplen todo lo que dicen en campaña, la diferencia en esta campaña es que los dichos fueron negativos, comúnmente lo que vemos son promesas de bienestar en donde todos se llevan una parte buena del discurso, al final sólo una pequeña parte es cumplida.
Los candidatos adoptan el tema que consideran más apropiado para su campaña y así tenemos el presidente del empleo, el presidente de las minorías, el presidente de los pobres, o hasta el famoso ¡It’s the economy stupid!, el tema sólo es importante para llegar al cargo, una vez ahí se deben atender todos los temas gubernamentales y se deben atender por prioridades.
En este escenario Trump no es la excepción, de las injurias que vociferó en campaña cumplirá un bajo porcentaje, ablandará paulatinamente el discurso y maximizará sus mejores acciones, hoy comienza su próxima campaña para ganar la reelección en 2020 y sabe que al final será evaluado por sus resultados y no por sus promesas radicales cumplidas, las amenazas fueron usadas únicamente como un vehículo pero no como un fin, el fin es el mensaje de esa campaña que nadie repite “Make America Great Again” (hacer America grande otra vez).
Aún si cumpliera todas sus promesas de campaña, eso no haría que EU vuelva a ser grande otra vez, hay que tener en cuenta que el discurso de Trump se dirigió a los vulnerables a todas aquellas personas económicamente perdedoras o amenazadas con perder ya sea su empleo, su salario, su capacidad de compra, su casa, o el propio bienestar de su familia y estás personas necesitaban un culpable de esta vulnerabilidad y ese culpable fue EL OTRO, EL DIFERENTE ahí el éxito de Trump en campaña.
Sin embargo, Trump ya no está en campaña, cumplir sus promesas en realidad desestabilizaría los mercados bursátiles del mundo, sucedería un efecto boomerang; todo el odio expuesto en campaña contra “LOS OTROS” se volvería hacia los votantes de Trump por ser los culpables de la inestabilidad mundial, en ese momento los vulnerables, temerosos e iracundos votantes de Trump serían el enemigo, el culpable, y pasarían a ser “Los otros”.
La comunicación de gobierno es una comunicación real, de resultados tangibles para la ciudadanía, de mejoras visibles en la vida de las personas, de números económicos fríos, de valor de la moneda, de capacidad de adquisición… ahí es el punto en donde se quiebra el discurso de campaña, ya no sirve de nada vociferar porque eso no se convierte en resultados.
La opinión pública pronto comienza a pasar de lo emocional a lo racional, en ese momento lo que hay que exponer son los resultados, y si los resultados no existen hay que poner atención… llegado ese punto el discurso de campaña muere y la comunicación de gobierno surge para convencer a la opinión pública de los buenos resultados de la gestión.
Entonces ¿qué va a pasar con las propuestas de Donald Trump? va a cumplir una parte pequeña de ellas, va a maximizar ese pequeño cumplimiento y después va a pasar a la acción gubernamental de la mejor forma que considere, al final de todo será evaluado por sus resultados y no por sus dichos.
Donald Trump NO será juzgado bajo la lupa de hacer a “los otros más pequeños” sino por “Hacer America grande otra vez” y lo que sea que signifique, eso se logra con acción de gobierno y no con discurso de campaña.
Hoy Donald Trump sabe algo, hay un gran número de estadounidenses que se sienten vulnerables, decepcionados, temerosos, iracundos su reto es devolverles la tranquilidad y la confianza y eso no lo va a lograr aun cumpliendo todas sus promesas de campaña, lo sabe y tendrá que pasar de la mentira incendiaria de campaña a la realidad gubernamental.